Y Sevilla en el recuerdo y Sevilla en el corazón y Sevilla en los labios.
En el recuerdo, porque parece que fue ayer cuando en mi niñez, cerca de ti en la distancia pero lejos en el tiempo, soñaba contigo.
Soñaba con tu sol radiante y soñaba con tu luz cegadora, y soñaba con la frescura de tus naranjos y soñaba con el olor de tus jazmines.
En el corazón, porque te sentía tan cerca de mi y era tal el amor que hacia ti despertó el que fue faro de mi vida, que tu nombre y tu imagen eran una misma cosa con mi ser.
Y en los labios... porque día a día te nombraba, bendecía una y mil veces tu nombre, y al hablar de ti se me encendía la voz y se llenaba de alegría mi alma y mi sentir.
Como dijo el gran poeta. Sevilla siempre en los labios... y así es Sevilla, siempre en los labios, y por ello y hasta en su mismo final siempre en la palabra y en el espíritu de este pregón.

Pregón de la Semana Santa de Sevilla 1988
D. Luis Rodríguez-Caso Dosal

martes, 24 de marzo de 2015



Pregón de la Semana Santa de Sevilla
Lutgardo García Díaz
Teatro de la Maestranza, 22 de Marzo 2015



Disertación final...


¿Conocéis el lugar?

¿CONOCÉIS el lugar donde la luz ultima miniaturas de estrellas dentro del limonero, y un diapasón de plata marca el son de las tardes mientras –como un faquir- hace pompas de incienso?
¿Conocéis el lugar,  donde –un río, un ocasoJesús anda las aguas sobre los costaleros, y, al sonar de tres golpes, un disparo de flores de cera y bambalinas va directo hasta el cielo? 
¿Conocéis el lugar donde los niños llevan                       vestiduras de siglos, vuelan globos al aire buscando a nazarenos que una tarde partieron a hacer la estación última a la casa del Padre?
¿Conocéis el lugar donde una cruz velada abre malvas veredas y veis venir al Hombre, a un desarmado Cristo -ay tic tac de aquel juevesbajando del Madero entre cardos y bronces?
¿Conocéis el lugar donde los siglos corren y los abriles vuelven renovando su rito de cirios encendidos, y cornetas que sangran tras el buen Galileo al que llevan prendido?
¿Conocéis el lugar, donde Dios suda sangre, y las voces son flechas que lanzan ballesteros
cargadas del veneno de antiguas seguiriyas, donde hay ya tanto mío que, al recordar, me hiero?
¿Conocéis el lugar donde el viento devuelve                       antiguas melodías -Ione, Virgen del Valle-, y las puertas alumbran las potencias de un Cristo litigando en la piedra por salir a la calle?
¿Conocéis el lugar donde Dios dentro vive -como aquello de Chesterton- de un capullo de rosa despertado de un dedo; y hasta el dolor es bello como bello es el llanto de nuestras dolorosas?
¿Conocéis el lugar, donde una plaza tiende sobre el cielo las hojas -bóveda vegetal-, y una Virgen sostiene en sus brazos a un mundo que, Soledad del Sábado, sueña resucitar? 
¿Conocéis el lugar donde, encima del río, la bisagra del puente une mis dos orillas? Ese lugar es nuestro, es un sueño de luz que hoy enciende mis labios… y se llama Sevilla.


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