Cristo deja por unos días su Cruz para presentarnos sus manos para que a modo de veneración y devoción las besemos, las manos entre las rodillas y el pecho del Señor nos da pie al besarlas y a la vez levantar nuestros ojos y encontrarnos con el rostro divino del Rey de Triana, toda una experiencia para el alma y los sentidos.
domingo, 21 de febrero de 2010
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